El primer elemento que pone en contacto al bebé con el mundo que lo
rodea es su boca. Con ella explora, aprende y también se relaciona.
Es una de las partes de su cuerpo que se encuentran más
desarrollada.
Cuando los niños comienzan a socializarse, a
relacionarse (alrededor de los dos años), pero
aún no poseen un lenguaje ni tienen las habilidades suficientes para
comunicarse, morder se convierte en una manera de conseguir un
juguete o llamar la atención. También lo hacen cuando están
nerviosos o se sienten frustrados: ante situaciones nuevas, la
llegada de un hermanito, el ingreso a la escuela... Y otros
niños sencillamente muerden por imitación.
En ocasiones, hay niños que tienen excesiva facilidad
para morder a los compañeros, y esto supone un problema que hay que
solucionar lo más pronto posible.
Lo
que debemos hacer en cuanto se presente este tipo de conducta es:
* Lo primero es atender y curar al niño agredido. Con caricias, tono
suave, besos curativos que alivian, un poco de agua fresca o incluso
crema árnica (ideal para golpes, hematomas). Que primero cures
o atiendas al niño agredido es mejor para no centrar la atención en
lo negativo de esta acción y también para que no vea que mordiendo
se centran todas las atenciones en él de forma casi inmediata. Y
además le estás mostrando cómo cuidar, atender, mimar, aliviar el
dolor que ha producido su acción. Como aprenden por imitación, sé
su modelo para que aprenda esta buena conducta.
* Indicarle
al niño que lo que está haciendo no está bien y que está haciendo
daño a alguien. Es importante actuar calmados y con rapidez.
* Es necesario indicarle de qué forma actuar, darle alternativas para obtener lo que quiere (expresando con palabras, por ejemplo). No se trata de decirle: “No se muerde”, y nada más.
* También hay que enseñarles “conductas reparadoras”. Es decir, un niño después de morder a su compañero y ver su dolor, le debe besar y abrazar. Debemos enseñarles a pedir disculpas.
* Y, sobre todo, es muy importante que los niños vean conductas no agresivas para comunicarse. Debemos recordar que los niños imitan lo que ven (aunque en casa no andamos mordiéndonos, muchas veces jugamos a que lo hacemos). No olvidemos que los adultos somos los modelos a seguir por los pequeños que nos rodean.
* Finalmente, os recomendamos tener paciencia. Seguramente no dejarán
de hacerlo porque le llamemos la atención una sola vez. El
resultado se verá al final de todo un proceso que si se enfoca de
manera positiva será muy breve.
Información extraída de www.actividadesinfantiles.com
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